Nuestro conocimiento de Dios se fundamenta en el hecho de que Él lo creó todo: el tiempo, el universo, el mundo físico, toda la materia y todos los seres vivos, así como la esfera espiritual y los seres que habitan en ella. Luego se reveló a la humanidad de un modo general por medio de Su creación (lo que se llama revelación general) y más expresamente por medio de la Biblia (lo que se conoce como revelación especial).
La Biblia enseña que Dios creó el universo ex nihilo, locución latina que significa de la nada. Antes que existiera el universo, antes que existiera el tiempo, antes que existiera la materia, Dios tenía existencia eterna. Todo lo demás que existe, sin excepción, ya sea físico o espiritual, fue creado por Él.
Hay mucha discusión y controversia sobre la creación del universo, la creación del mundo y la creación de los seres vivos. Y eso incluye la polémica sobre el origen de la vida en la Tierra y el origen de los seres humanos. Se trata de un tema que se ha estudiado y debatido mucho en círculos científicos. En la controversia intervienen tanto ateos como cristianos; y muchos teólogos, apologistas, filósofos y científicos cristianos tienen distintos puntos de vista según cómo interpreten las Escrituras y cómo consideren que debe entenderse el relato de la creación que aparece en el Génesis.
La doctrina oficial cristiana considera que Dios siempre ha existido y que Él creó de la nada el universo y todo lo que en él hay. Esa declaración de base no explica cómo ni cuándo creó el universo, el mundo y todos los seres vivos, tanto físicos como espirituales; solo afirma que lo hizo.
Yo hice la tierra y creé sobre ella al ser humano. Yo, Mis manos, desplegaron los cielos y pongo en orden todo su ejército. Isaías 45:12
En el cristianismo, la clave para entender a Dios está en la enseñanza bíblica de que Él es Creador de todas las cosas, y en el conocimiento de Su papel como Creador y el nuestro como criaturas Suyas. En el mundo de hoy, considerarnos criaturas —seres creados— suele estar mal visto y hasta puede resultar ofensivo para algunos. Pero si Dios lo creó todo, entonces todo es creación Suya, y por tanto somos criaturas Suyas. Peter Amsterdam
Divulgación
El mundo de Dios no es un escudo que esconde el poder y majestad del Creador. Desde el orden natural es evidente que existe un Creador poderoso y majestuoso. […] La revelación general se llama así porque todos la reciben, solo en virtud de estar vivos en el mundo de Dios. Esto ha sido así desde el inicio de la historia de la humanidad. Dios revela activamente esos aspectos de Sí mismo a todos los seres humanos, de modo que en todo caso, no agradecer y servir al Creador en justicia es un pecado contra el conocimiento, y no se deben tomar en serio las negaciones de haber recibido ese conocimiento. La revelación universal del poder de Dios, de que Él es digno de alabanza, y la afirmación moral son la base de la acusación de Pablo de que toda la raza humana es pecaminosa y culpable ante Dios por no servirle como deberíamos[1].
Ahora Dios ha completado la revelación general con otra revelación de Sí mismo como Salvador de los pecadores por medio de Jesucristo. Esa revelación, que se dio en la Historia y es expresada en las Escrituras, y abrir la puerta de la salvación a los perdidos, es por lo general llamada revelación especial o específica. Eso incluye una afirmación verbal, explícita, de todo lo que nos dice de Dios la revelación general, y nos enseña a reconocer esa revelación en el orden natural, en los hechos históricos, en la composición de los seres humanos, de modo que aprendemos a ver todo el mundo como un teatro de la gloria de Dios, como lo expresó Calvino. J. I. Packer
Conocimiento de Dios
Se puede obtener un conocimiento de la existencia de Dios y conocer algunos de Sus atributos simplemente al observarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. David dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de Sus manos»[2]. Mirar el Cielo es ver la prueba del poder infinito, la sabiduría y hasta la belleza de Dios; es observar un testigo majestuoso de la gloria de Dios. De modo parecido, Bernabé y Pablo dicen a los griegos de Listra acerca del Dios viviente que hizo los cielos y la Tierra: «En las edades pasadas Él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones»[3]. Las lluvias y temporadas fructíferas, el alimento que produce la tierra, y la alegría en el corazón de la gente, todo da testimonio de que su Creador es un Dios de misericordia, de amor y hasta de alegría. Esas pruebas de Dios están en la creación que nos rodea para que las vean quienes estén dispuestos a verlas. […]
El conocimiento de la existencia de Dios, Su carácter y preceptos, que por medio de la creación llegan a toda la humanidad es a veces llamada la revelación general (porque llega a todas las personas). La revelación general viene al observar la naturaleza, al ver la influencia de Dios en la Historia, y por un sentido interno de la existencia de Dios y Sus leyes que Él ha colocado en cada persona. […]
El hecho de que todas las personas conozcan algo de las leyes morales de Dios es una gran bendición para la sociedad, pues si no fuera así, no habría restricciones sociales para los males que se llevarían a cabo ni contención por motivos de conciencia. Debido a que hay un conocimiento general del bien y del mal, en muchos casos los cristianos pueden llegar a un consenso con los no cristianos sobre derecho civil, normas comunitarias, ética esencial para actividades empresariales y profesionales y modelos de conducta aceptables en la vida cotidiana. Además, podemos apelar al sentido de rectitud en el corazón de la gente[4] cuando se intente promulgar mejores leyes o anular leyes malas, o corregir algunas injusticias en nuestra sociedad.
El conocimiento de la existencia y carácter de Dios también nos da elementos de información que hacen que el Evangelio tenga sentido en el corazón y mente de los que no son cristianos: los que no son creyentes saben que Dios existe y que han infringido Sus reglas; así pues, la noticia de que Cristo murió para pagar por sus pecados de verdad debería ser para ellos una buena noticia. Wayne Grudem
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Notas al pie
[1] Romanos 1:18-3:19.
[2] Salmo 19:1 (RVR 1995).
[3] Hechos 14:16-17 (RVR 1995).
[4] Romanos 2:14-15.