Uno de los mejores hábitos que puedes cultivar es el de pasar un rato cada día leyendo y estudiando la Biblia y publicaciones cristianas de inspiración bíblica. Comienza con quince minutos al día y luego, con el tiempo, auméntalo a treinta o más. A medida que estudies la Palabra de Dios y la obedezcas, tu vida se tornará más profunda, serás más feliz y hallarás una mayor medida de paz interior, amor y comprensión por los demás. No sucede todo en un día, pero sí sucede.
El hecho de contar con un programa de lectura —por ejemplo, leer los cuatro Evangelios o el libro de los Salmos— contribuirá a que saques el máximo provecho de tus ratos cotidianos de lectura. Aquí tienes un plan de estudio que ofrece bastante variedad:
- Un capítulo de los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas o Juan).
- Un salmo.
- Medio capítulo de Proverbios.
Al leer la Biblia, ora que el Espíritu Santo te ayude a comprender lo que lees; pero no te preocupes si no lo entiendes todo la primera vez. A todo el mundo le pasa lo mismo. Sigue adelante. Cuanto más leas la Palabra, más la entenderás. En más de una ocasión te ocurrirá que cuando vuelvas a leer determinado pasaje hallarás en él nuevos significados y tesoros que no habías notado antes.
Con el objeto de ayudarte a comprender las asombrosas verdades contenidas en la Palabra de Dios y sacarle el máximo provecho, hemos editado unos artículos aqui en Fundamentos de la Fe que cubren diversos aspectos de la experiencia cristiana. Esas publicaciones tienen por objeto enseñarte a aplicar la Palabra de Dios en términos prácticos y a cultivar una relación más personal con Él, a fin de que estés mejor equipado para enfrentar los avatares de la vida.
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